"Sola y borracha quiero volver
a casa". El Ministerio de Igualdad ha lanzado este martes el
que quiere que sea uno de los gritos principales en los actos feministas que se
van a celebrar hoy en nuestro país, un lema que no ha estado exento de polémica
y ha generado de inmediato un intenso debate en las redes sociales.
Muchos partidos políticos han
criticado este lema por fomentar un consumo abusivo de alcohol. Otros
consideran una ''mamarrachada'' que el ministerio dedique el dinero de los
españoles a financiar campañas de este tipo. Sin embargo no se trata del acto
de consumir o no alcohol o de salir o no de fiesta, sino del derecho que
tenemos las mujeres a vivir nuestra vida personal con la misma seguridad
que los hombres, sin miedo a caminar por la calle a ciertas horas o en ciertos
lugares.
¿Por qué molesta en tantos ámbitos
de la sociedad que las mujeres sean libres, que se reconozcan sus méritos o se
recupere su historia hasta el punto de llegar a ejercer la violencia contra
ellas? Una de las principales causas se debe a la sociedad patriarcal en la que
vivimos, la cual otorga al hombre predominio, autoridad y ventajas sobre la
mujer.
La sociedad
patriarcal en la que vivimos actualmente tiene sus raíces en la educación
recibida por nuestros abuelos y abuelas, incluso por nuestros padres y madres.
En los manuales para ser una buena esposa que se repartían en los años 50 se
remarcaba que el trabajo de la mujer era ser un ama de casa impecable, cuidar
de los hijos y atender y mantener felices a sus maridos. Cumplir estas
obligaciones era la forma de alcanzar el éxito como mujer.
Tengo la suerte, al igual que el
resto de mis compañeras de poder continuar con mis estudios, otras no han
tenido tanta fortuna. En el pasado, la mayoría
de mujeres tenían prohibido el acceso a estudios medios y superiores debido a
que tenían que ocuparse de las tareas del hogar. Sin ir más lejos, mis abuelos
no permitieron seguir estudiando a mi madre a los 11 años. Su responsabilidad,
como mujer, eran las tareas del hogar. Como tantas otras mujeres, completaría
sus estudios básicos muchos años después, con el sacrificio añadido de seguir
siendo ama de casa, madre y esposa “con éxito”.
Sin embargo, a pesar de que en los
dos últimos siglos se ha avanzado hacia la igualdad entre hombres y mujeres, a
día de hoy, la mayoría de las sociedades humanas son patriarcales.
En ciertos países,
la represión a la que se ve sometido el género femenino es impensable para
estar en pleno siglo XXI. Ya no se trata de una desigualdad en ámbitos
laborales, trabajo doméstico, deportes o jubilación; sino que va más allá,
afectando la seguridad y la integridad de muchas mujeres: Matrimonios pre concertados antes de los 11 años,
violaciones, ataques con ácido, aborto selectivo, son algunos de los ejemplos
del trato que recibiría si hubiera nacido en India, un país donde más del 10%
de las niñas que tienen mi edad están ya casadas.
En Arabia Saudí no podría salir sola
a la calle, (por supuesto, es impensable que pudiera llegar a casa tarde y
borracha) siempre debería estar acompañada, no podría conducir, debería
utilizar una vestimenta específica y no tendría ninguna ley que me defendiese
contra la violencia de género
Para visibilizar y evitar este tipo de
tratos surge el movimiento feminista y se hace importante (le pese a quien le
pese) la celebración de días como el de hoy. Los actos que se están celebrando
persiguen un cambio de sociedad y un progresivo abandono de esta sociedad
machista y desigual.
Sin embargo, mucha gente confunde
toavía conceptos fundamentales para la lucha por la igualdad. Debemos entender feminismo
como una ideología que busca garantizar que las mujeres tengan los mismos
derechos y oportunidades que los hombres. Es definido por la Real Academia
Española (RAE) como un «principio de igualdad de derechos de la mujer y el
hombre.» por tanto, un movimiento de transformación de la sociedad que lucha
por conseguir equiparar ambos sexos sin posicionar a uno por encima del otro.
En cambio, el machismo es un conjunto de creencias, prácticas sociales,
conductas y actitudes que promueven la negación de la mujer como sujeto en
ámbitos diversos y que, desgraciadamente, muchas veces acaban generando
acciones agresivas y violentas contra nosotras.
Son muchos los motivos del
movimiento feminista: Uno de ellos es la lucha por la igualdad salarial entre
hombres y mujeres. La Constitución Española
recoge que “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al
trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del
trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las
de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón
de sexo”. La realidad es que la última encuesta del INE arroja que existe
una diferencia de 3.027,88 euros entre lo que cobran las mujeres de entre 20 y
24 años y lo que cobran los hombres de la misma franja de edad.
El uso del cuerpo
de la mujer es uno de los motivos más populares de nuestra lucha. Los cánones
de belleza impuestos, la cosificación de la mujer, los tabús en torno a nuestra
sexualidad (menstruación, placer femenino...), la prostitución y la esclavitud
sexual como formas de violencia... son algunos de los aspectos que forman parte
de la discusión feminista hoy en día.
Pero realmente,
puede que el motivo fundamental del feminismo sea la de detener la violencia
hacia las mujeres. Reforzar las leyes para proteger a la mujer y castigar al
maltratador, la educación desde la infancia y la autodefensa pueden ser
factores para impedir que nos levantemos cada mañana con la incertidumbre de
descubrir un nuevo titular que sume una víctima más de la violencia machista. En lo que llevamos de año ya se han producido 13
asesinatos en España, 1.045 desde que empezaron a contabilizarse en 2003.
Nuestra lucha comienza
en el siglo XVIII como consecuencia de la desigualdad que existía en las
sociedades de esa época entre el hombre y la mujer. Surgen las primeras voces
disconformes como la de Olympe de Gouges, autora de la Declaración de los
derechos de la mujer y de la ciudadana, en 1791. En nuestro país, durante la II
República española se consiguió el voto femenino gracias a la dedicada labor de
mujeres como Clara Campoamor y Victoria Kent. Johana Izurieta Montesdeoca, Bertha Lutz, Tawakkul Karman son otros ejemplos de
activistas que lucharon y luchan por la igualdad y el empoderamiento de las
mujeres.
Sin estas y muchas otras mujeres
luchadoras y reivindicadoras nunca habríamos podido llegar al establecimiento
de leyes tanto para la natalidad como para los divorcios, el derecho al voto y
la igualdad de derechos laborales. Sin el ejemplo de estas mujeres yo hoy no
podría jugar al baloncesto, asistir a clase y completar mis estudios, vestir
como quiero, salir hasta tarde y volver a casa, no ya borracha porque no bebo,
sino sin miedo y con el corazón encogido a que me pueda pasar algo al doblar la
esquina. Quizá tampoco hubiera tenido la oportunidad de escribir este artículo
o salir hoy a la calle a reivindicar los derechos que como mujer la sociedad me
niega.
Redactado por Lucía Sánchez Ramírez
4º ESO IES La Atalaya